¿Con qué frecuencia consultar a un osteópata en caso de dolor crónico?

sesión de osteopatía

El dolor crónico es una de las condiciones más desafiantes tanto para los pacientes como para los profesionales de la salud. A diferencia del dolor agudo, que tiene una causa identificable y una duración limitada, el dolor crónico se instala en el cuerpo y en la vida de la persona durante semanas, meses o incluso años. Este dolor persistente afecta la calidad de vida, altera la postura, perturba el sueño y suele ir acompañado de fatiga emocional. Una pregunta frecuente en consulta es: “¿Cada cuánto tiempo debo hacer sesión de osteopatía si tengo dolor crónico?”

La respuesta no es única. Depende de múltiples factores que exploraremos en este artículo. Como osteópata, mi objetivo no es solo aliviar el dolor, sino ayudarte a entender tu cuerpo, sus ritmos, y acompañarte hacia una mejor salud a largo plazo.


Entendiendo el dolor crónico

El dolor crónico se define como aquel que persiste más allá de 3 meses y que ya no cumple una función protectora. Es un dolor que ha perdido su sentido inicial de advertencia y que se ha convertido en un estado alterado del sistema nervioso. Las causas pueden ser múltiples:

  • Secuelas de lesiones mal recuperadas.

  • Patologías degenerativas (artrosis, hernias discales, fibromialgia).

  • Alteraciones posturales mantenidas.

  • Somatización de emociones (estrés, ansiedad, traumas).

  • Disfunciones viscerales o metabólicas.

El cuerpo en dolor crónico está en un estado constante de alerta y compensación. El sistema nervioso central amplifica las señales de dolor, incluso cuando ya no existe un daño estructural activo. Esto hace que el tratamiento deba ser regular, adaptado y progresivo.


¿Cuál es la frecuencia ideal de consulta?

No hay una “receta universal”, pero en osteopatía trabajamos por fases. Aquí te presento una propuesta habitual basada en la experiencia clínica:

 Fase aguda o de crisis (semana 1 a 4): 1 sesión por semana

En esta etapa, el paciente consulta porque el dolor es muy presente o invalidante. Hay mucha tensión acumulada, rigidez y probablemente una postura defensiva del cuerpo. El objetivo aquí es:

  • Disminuir la intensidad del dolor.

  • Liberar las tensiones más agudas.

  • Calmar el sistema nervioso.

  • Restablecer la movilidad de las zonas más bloqueadas.

Esta fase requiere atención cercana, ya que el cuerpo necesita apoyo para salir del estado de urgencia.

 Fase de regulación (mes 2): 1 sesión cada 10-15 días

Cuando el dolor comienza a estabilizarse, trabajamos sobre:

  • Las causas profundas del desequilibrio.

  • Las compensaciones que el cuerpo ha generado.

  • La integración de la nueva movilidad en la vida cotidiana.

En esta etapa, ya se pueden incluir consejos más específicos de higiene postural, ejercicios, respiración y movimiento consciente.

 Fase de mantenimiento (mes 3 en adelante): 1 sesión al mes o cada 6 semanas

Una vez que el dolor ha disminuido significativamente o ha desaparecido, es esencial no abandonar el proceso. El cuerpo necesita tiempo para consolidar los cambios y evitar recaídas. Las sesiones de mantenimiento sirven para:

  • Prevenir nuevas crisis.

  • Acompañar el cuerpo en su evolución.

  • Reforzar la autonomía del paciente.


Factores que modifican la frecuencia de las consultas

La frecuencia ideal puede variar dependiendo de:

  1. La antigüedad del dolor: cuanto más tiempo lleva instalado el dolor, más tiempo requiere su tratamiento.

  2. El estado general de salud del paciente: una persona con múltiples patologías necesitará un seguimiento más estrecho.

  3. La edad: en general, los tejidos más jóvenes responden más rápido, pero cada caso es único.

  4. La capacidad de recuperación del cuerpo: influenciada por la alimentación, el descanso, la gestión del estrés y el entorno emocional.

  5. La implicación activa del paciente: quienes siguen las recomendaciones, realizan ejercicios, cambian hábitos, evolucionan más rápidamente.


¿Y si no tengo dolor, debo seguir consultando?

¡Sí, sin duda! Uno de los principios fundamentales de la osteopatía es la prevención. Esperar a que el cuerpo “grite” con dolor no es la mejor estrategia. Una sesión osteopática cada 1 o 2 meses ayuda a mantener la movilidad, mejorar la circulación, aliviar tensiones acumuladas y armonizar el sistema nervioso. Además, es una oportunidad para detectar pequeños desequilibrios antes de que se conviertan en dolores crónicos.


¿Cómo ayuda la osteopatía en el dolor crónico?

La osteopatía no trata únicamente el síntoma, sino la causa funcional del dolor. A través de un enfoque global y personalizado, busca restablecer la armonía entre las distintas estructuras del cuerpo. En el caso del dolor crónico, ofrece múltiples beneficios:

1. Normalización de las tensiones

Trabajamos sobre las cadenas musculares, las fascias, las articulaciones y los órganos para liberar tensiones mantenidas que contribuyen al dolor.

2. Modulación del sistema nervioso

Mediante técnicas suaves (craneosacrales, respiratorias, viscerales), ayudamos a calmar el sistema nervioso simpático (estrés) y a activar el parasimpático (relajación y regeneración).

3. Reeducación de la postura y del movimiento

El cuerpo en dolor crónico se ha adaptado de manera defensiva. Recuperar una postura libre, erguida y funcional es parte esencial del proceso.

4. Escucha del cuerpo y acompañamiento emocional

El dolor no es solo físico. En muchos casos, es la expresión de un cuerpo que lleva mucho tiempo sin ser escuchado. La osteopatía ofrece un espacio de escucha y conexión con uno mismo.

5. Mejora del sueño y la energía

Al reducir las tensiones y calmar el sistema nervioso, muchos pacientes experimentan un sueño más reparador y un aumento progresivo de la vitalidad.


Conclusión

El dolor crónico no se resuelve con soluciones rápidas. Es el resultado de múltiples factores acumulados a lo largo del tiempo, y requiere un enfoque respetuoso, global y constante. La osteopatía es una herramienta eficaz para aliviar, acompañar y transformar ese dolor en un camino hacia el bienestar duradero.

Consultar con regularidad, incluso cuando el dolor mejora, permite al cuerpo mantener su equilibrio, prevenir nuevas crisis y vivir con mayor calidad y libertad. Recuerda: no se trata solo de quitar el dolor, sino de comprender su origen y ayudar al cuerpo a encontrar su camino hacia la salud. Para dar el primer paso hacia tu bienestar, no dudes contactar conmigo.

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